Aunque comprensibles con la alerta sanitaria y las medidas decretadas en este momento en muchas zonas de Aragón, desde el sector no se entienden las restricciones impuestas a muchos establecimientos.
Desde CEHTA y las Asociaciones Provinciales que la integran, se insiste en que muchas de las medidas que se toman en el presente tienen unas consecuencias nefastas para el futuro del sector y la reputación del destino.
Cuando muchas empresas de hostelería y turismo de Aragón comenzaban a acostumbrarse a una nueva normalidad, tenían interiorizadas las medidas higiénico-sanitarias que garantizaran la salud general y aplicados los protocolos exigidos, por encima incluso de las exigencias de los mismos, llega la noticia de ayer en la que se decreta un retroceso a una Fase II con flexibilidad para gran parte del territorio y que afectará a 870.000 aragoneses.
Desde CEHTA y las Asociaciones Provinciales que la integran se quiere dejar bien claro que se es absolutamente comprensible con la alerta sanitaria y con la necesidad de tomar algunas medidas que a buen seguro, no son del agrado de nadie y menos de la propia administración regional. No obstante, se sigue sin entender y es más, existe un enfado generalizado, al ver como muchas de las medidas que se han tomado afectan enormemente al sector más tocado de esta crisis. Los alojamientos hoteleros se ven dañados por la reputación de un destino que ha dado un gran paso atrás; un cambio de fase con el que Aragón queda señalado en el mapa, sin afectaciones aparentes de movilidad pero que hacen dudar al visitante y cuyas decisiones presentes tienen enormes consecuencias para el futuro más inmediato. Los restaurantes, cafés y bares ven mermados sus aforos al 50% en el interior, sin barras y con el 75% en el exterior, lo que hace imposible la viabilidad para muchos de estos negocios. El ocio nocturno ve imposible cualquier posibilidad de apertura y ni siquiera se valoran alternativas propuestas (sacar terrazas, etc.).
Desde que hemos sido conocedores de la noticia, muchas empresas no saben cómo actuar frente a trabajadores y familiares que han salido de los ERTES; se han producido dudas en la celebración de eventos próximos y se han dado decenas de cancelaciones en alojamientos, fundamentalmente en los relacionados con los entornos de las comarcas y las dos capitales afectadas, pero con consecuencias globales.
Tres cuartas partes de los aragoneses nos vamos a ver afectados por diferentes situaciones, pero es una vez más este de la hostelería y el turismo el sector que vuelve a sufrir las mayores consecuencias. Algo indigno para el conjunto de unas empresas y profesionales que representan a 40.000 familias, aportan más del 8% al PIB y son capaces de acoger 4 millones de turistas.
Somos y seremos responsables hacia esta sociedad y hacia la salud pública, cumpliendo con las medidas que nos demanden, siendo ejemplo y también conscientes de que situaciones como estas pueden darse y no resultan agradables para nadie. Adoptando medidas y protocolos por encima de lo establecido y con adecuaciones a las que incluso los destinos deberían adherirse: por imagen global y por seguridad general. Pero una vez más, nos hemos visto faltos de información e intermediación, huérfanos de parámetros a seguir y necesitados de ayudas inmediatas, creativas y nuevas. Es necesaria la activación de campañas de estimulación y demanda del destino real pero que no se queden en meras promociones puntuales y que consigan reanudar la actividad en el sector turístico y hostelero. Lo que está en juego no es sólo nuestro sector y nuestras empresas. Como hemos dicho en numerosas ocasiones: garantizar el futuro de la hostelería y el turismo de Aragón, será la garantía para nuestro desarrollo económico y social. Que no se nos olvide.
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