jueves, 30 de enero de 2014

Horeca Zaragoza se opone a la prohibición de las aceiteras rellenables

El pasado mes de noviembre el Consejo de Ministros aprobó, a propuesta del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, el Real Decreto que prohíbe los envases de aceite rellenables en los establecimientos de hostelería. Esta decisión está enmarcada en el Plan de acción sobre el sector del aceite de oliva de la Unión Europea. En opinión del ministerio, persigue garantizar una mayor calidad del producto a los clientes ofreciendo envases de monodosis estrictamente etiquetados.
aceiteras
Esta normativa entró el vigor el día de año nuevo y contempla que los aceites de oliva y los de orujo de oliva adquiridos por los establecimientos hosteleros antes de esa fecha podrán seguir poniéndose a disposición del consumidor final hasta el 28 de febrero. La reacción más compartida en el sector es el mal sabor que deja, pues se entiende como una decisión que señala al hostelero como un defraudador, como si al ofrecer botes rellenados no estuviera dando al cliente un producto de calidad.
El presidente de Horeca Zaragoza, José Luis Yzuel, afirma que esta medida “no sé a quién beneficia. Habría que hacer una reflexión sobre lo que debe hacerse con el aceite, prohibir los envases rellenables porque se está persiguiendo una garantía de calidad es algo que no entiendo. Realmente, ¿qué se persigue?. Va a multiplicar el coste de los botellines”. Opina que la decisión se aceptará, pero este paso “no es bueno para el sector y hay que recordar que nadie ha hecho tanto por el aceite de oliva como la hostelería. Se hará y se ofrecerán monodosis, pero el resultado final de esta norma no lo vemos claro”.
Emilio Lacambra, presidente de honor de Horeca, declara que “esta decisión me hace pensar que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente quiere favorecer a unas empresas distribuidoras de aceite. Tendremos que cumplir, pero me parece una aberración, más aún sabiendo que el sector de la hostelería está pasando por un momento complicado. Este sistema solo va a encarecer gratuitamente el precio del aceite sin aportar nada”.
En opinión de Luis Vaquer, Presidente de la Asociación de Restaurantes de Zaragoza, esta ley es “totalmente innecesaria y nos sabe mal la desconfianza hacia el hostelero. Nos adaptaremos, no queda otra, pero siendo la hostelería un sector tan potente desde el punto de vista del PIB sabe mal que solo se tenga en el punto de mira para asuntos como este”. En cuanto a la posible repercusión que pueda tener hacia el cliente, opina que “no creo que sea una ley muy trascendente respecto al coste. El cliente no tendrá por qué notar el encarecimiento del precio, eso dependerá de cada establecimiento, pero seguramente el establecimiento tendrá que asumir el aumento del gasto, como siempre”. Lo que peor sabe, en su opinión, es que “hace que se apunte al hostelero como el malo”.
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Por su parte, la Federación Española de Hostelería y Restauración (FEHR) considera que esta prohibición tendrá una serie de consecuencias para el sector, las cuales hizo públicas en elcomunicado publicado el 25 de noviembre de 2013:
- Temor ante el hecho de que los nuevos formatos supongan un incremento de los precios del aceite de oliva.
- No se toman en consideración los aspectos medioambientales. La medida producirá unincremento del volumen de envases, plásticos y vidrios, que no tiene justificación práctica y de gran impacto medioambiental.
No se ha realizado estudio de las nuevas necesidades logísticas, de ubicación del producto y de espacio que harán que el aceite pueda desaparecer de muchas ubicaciones y ser sustituido por condimentos y aliños diferentes, más cómodos, sencillos, económicos y no sujetos a normativas tan estrictas como la que se pretende imponer al aceite de oliva.
- No se ha valorado el impacto de desplazamiento de la demanda que producirá una multiplicación de entre cinco y siete veces el precio del producto.
- No se ha valorado el desperdicio alimentario que producirán unos envases, por ejemplo de 20 cl, que en casi ningún caso se agotan en el uso monodosis y que sin embargo se convierte en residuo y por tanto derroche alimentario (incompatible con criterios de racionalidad en base a la estrategia de reducción de desperdicio alimentario).
- Se produce un perjuicio de pérdida de personalización de los establecimientos, no pudiendo utilizar sus propios dispensadores. Además se rechaza de plano la asociación de aceitera rellenable con la de envase de poca calidad o producto de mala calidad.
- Que el producto no tenga etiqueta cuando está en la mesa del restaurante o la barra del bar no es una pérdida de información al consumidor, ya que se dispone de cartas, paneles y lo que es más importante el conocimiento y atención de nuestro personal de sala y barra. Los establecimientos de hostelería no son supermercados por ello no tener la etiqueta no es sinónimo de desinformación.

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